lunes, 6 de julio de 2015

Despertar para sobrevivir

   ¿Cuántas veces quisimos desaparecer del mundo para no volver jamás? Si tienen cierta tendencia "inseguro-depresiva" como yo, de seguro unas cuantas. Y no, no me avergüenza admitirlo. Después de toda gran crisis siempre viene un cambio revolucionario que nos salva. ¿Qué es eso que nos mantiene vivos mientras tanto? ¿Esperanza?, ¿resignación?, ¿una mezcla de ambas quizás?


  No sabría contestar la pregunta con exactitud, pero de algo estoy segura: deprimirse no es malo. Sé que suena confuso e, incluso, contradictorio; pero todo tiene un porqué. Es curioso cómo al estar en una especie de "estado vegetativo" nos volvemos más observadores de nuestro alrededor. Miramos, analizamos...volvemos a mirar para seguir analizando. El fino arte de la soledad, un "placer" que solo los inadaptados conocemos. Probablemente, ello termine en un magnífico: "¿qué es esto?, ¡sáquenme de acá ya!".  Sabias palabras. Hermoso sentimiento de desesperación. Felicitaciones, por fin hemos despertado. Ahora solo nos queda una ligera tarea: sobrevivir.
   Pero, ojo, esto es solo temporal; "despertar" no tiene por qué ser tan terrible. Todo lo contrario. Implica valorar aquello realmente importante, reencontrarnos con nosotros mismos; retomar el camino en caso de que hayamos estado perdidos. Sí, supervivencia: lo logramos.
   Quisiera sacar de contexto una frase de Gabriel García Márquez en Relato de un náufrafo para cerrar la entrada: 
"Mi heroísmo consistió en no dejarme morir".


No hay comentarios.:

Publicar un comentario